Yoshinori Ohsumi, Nobel de Medicina, un japonés enamorado del microscopio
La Academia Sueca ha decidido distinguir con el Premio Nobel de Medicina
al investigador japonés Yoshinori Ohsumi (Fukuoka, Japón, 1945). En un
comunicado, el jurado ha señalado que la elección se debe a sus
descubrimientos sobre los mecanismos de la autofagia, un proceso que se
encarga de la degradación y reciclaje de los componentes celulares.
La capacidad de las células para lograr esta eliminación de desechos se
conocía desde los años 60, cuando se describió por primera vez cómo, en
el interior de la célula, los componentes no deseados se encapsulan en
vesículas (autofagosomas ) que, como si de bolsas de basura se trataran,
son transportadas seguidamente al lisosoma, la planta de reciclaje
donde se degradan y reciclan.
Sin embargo, no fue hasta los años 90 cuando, gracias a los hallazgos de
Ohsumi, investigador del Instituto de Tecnología de Tokio, se
descubrieron los mecanismos últimos que permiten ese proceso. En
concreto, en experimentos con levadura, el científico japonés identificó
genes esenciales para la autofagia, conocidos como reguladores
moleculares ATG. En experimentos posteriores, comprobó que este sistema
de reciclaje estaba también presente en los humanos y describió toda la
serie de mecanismos que permiten iniciar y formar los autofagosomas y
establecer su traslado hasta el lisosoma.
Sus descubrimientos marcaron un antes y un después en el conocimiento
del reciclaje celular y permitieron constatar la importancia de la
autofagia en innumerables procesos fisiológicos, como la respuesta
celular al estrés, el combate a infecciones de virus y bacterias o la
diferenciación celular durante el desarrollo.
El papel de este sistema de gestión de residuos es tan fundamental que
un fallo en alguno de sus engranajes se refleja en distintos trastornos.
"La autofagia está involucrada en las principales enfermedades que nos
afectan como especie, como el cáncer, la diabetes o las enfermedades
neurodegenerativas, entre otras", apunta Antonio Zorzano, investigador
del Institut de Recerca Biomédica (IRB) de Barcelona, cuyo grupo
investiga las implicaciones de la autofagia en alteraciones metabólicas
como la diabetes tipo 2 o la obesidad.
"El potencial de este campo de investigación es tremendo. Ahora mismo se
está estudiando qué parte del proceso es la que falla en algunas
enfermedades y cómo podemos evitar que esto pase. Saberlo puede suponer
que se evite la resistencia a los antibióticos, que se frene un proceso
de neurodegeneración o que se mejore la calidad de vida frente al
envejecimiento", señala Patricia Boya, investigadora delCentro de
Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, quien dirige un grupo que investiga las funciones de la
autofagia en la fisiopatología de los organismos.
Boya alaba la elección de Oshumi por la Academia sueca, no sólo por la
importancia de su hallazgo, sino "por la generosidad con la que el
equipo japonés ha compartido los reactivos y toda la información que han
ido obteniendo. Eso nos ha permitido trabajar y avanzar en este campo".
"Oshumi es uno de los pioneros, nos ha marcado el camino a seguir. Y su
premio es un reconocimiento a la importancia que tiene la autofagia
tanto en la supervivencia normal de la célula como en el desarrollo de
muchas patologías", coincide José Manuel Fuentes, investigador principal
del CIBERNED y profesor del departamento de Bioquímica de la Facultad
de Enfermería de la Universidad de Extremadura. Su equipo es uno de los
distintos grupos que en los últimos años han comenzado a estudiar cómo
determinados fallos en la autofagia se traducen en la acumulación
anormal de ciertas proteínas que son características de enfermedades
neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer.
"El crecimiento de las publicaciones en los últimos años ha sido
exponencial", añade Fuentes, quien confía en que la concesión del Nobel
sea un espaldarazo definitivo para impulsar la investigación en este
campo.
De la misma opinión es el bioquímico e investigador de la Universidad de
Oviedo, Carlos López Otín, quien fue pionero en seguir la senda marcada
por Yoshinori Ohsumi. "Nuestro laboratorio fue de los primeros en
explorar la relación de la autofagia con el envejecimiento y el cáncer
en modelos animales", señala el científico, que consiguió en 2003,
descubrir cuatro nuevos genes humanos -denominados autofaginas 1, 2, 3 y
4- que son "críticos para el funcionamiento de este proceso". De hecho,
continúa, a día de hoy "muchas de las estrategias que tratan de
extender la longevidad están basadas precisamente en estimular los
procesos endógenos de autofagia que eliminan productos de desecho
celular".
Conseguir modular el proceso, eliminando la aparición de errores o
potenciando su función, coinciden en señalar los investigadores, es el
principal reto a medio plazo.
880.000 euros
En 2015, el premio Nobel de Medicina se entregó a tres investigadores
por sus hallazgos contra las enfermedades parasitarias. Los premiados
fueron William C. Campbell y Satoshi Omura por descubrir una nueva
terapia contra infecciones de lombrices redondas (nemátodos) y Youyou Tu
por desarrollar un tratamiento novedoso contra la malaria.El de
Medicina es el primero de los galardones que la academia sueca entregará
en los próximos días. Todos ellos están dotados con ocho millones de
coronas suecas (unos 880.000 euros).
En 2014, el Instituto Karolinska premió a May-Britt y Edvard Moser,
directores del Instituto de Neurociencias Kavli, en Noruega, y a John
O'Keefe por sus trabajos sobre la representación espacial en el cerebro.
Fuente: http://www.elmundo.es/